A 44 años de su desaparición, Tomás Nativí Gálvez sigue vivo en la memoria y la lucha por la verdad

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Tegucigalpa.  — Este 11 de junio se cumplen 44 años desde la detención y desaparición forzada del profesor, sindicalista y revolucionario Tomás Nativí Gálvez, fundador de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP), un crimen que sigue impune y que marcó profundamente la historia reciente de Honduras.

Cinco días antes, el 6 de junio de 1981, Berta Oliva Guifarro celebraba con él, de manera clandestina y austera, su cumpleaños número 34. A pesar de la persecución política, compartieron ese día con alegría, amor y esperanza. Fue el último cumpleaños que pasaron juntos.

Hoy, Tomás habría cumplido 78 años. Quizás lo habría hecho rodeado de su esposa, su hijo, nietos, amigos y compañeros de lucha. Pero el sistema le negó ese destino al desaparecerlo la noche del 11 de junio de 1981, cuando seis hombres encapuchados lo sacaron de su hogar en la colonia El Hogar de Tegucigalpa, junto a su compañero Fidel Martínez. Desde entonces, no se volvió a saber de ellos.

“Tomás sigue siendo eternamente joven, revolucionario y humano”, afirma con firmeza Berta Oliva, coordinadora general del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH).

Fue justamente este crimen de lesa humanidad lo que impulsó a Berta, junto a otras familias, a fundar el COFADEH, una organización que durante más de cuatro décadas ha exigido verdad, justicia y memoria.

Tomás soñaba con una Honduras justa, donde los niños tuvieran acceso a la educación, donde el pueblo tuviera salud, y donde se construyera una patria libre. Su desaparición no borró esos ideales, los multiplicó.

“No teníamos pastel, pero teníamos un pedazo, el que era suficiente para sentir que estábamos partiendo un gran pastel con una multitud”, recuerda Berta sobre aquel último cumpleaños. Un símbolo de cómo resistían con dignidad ante la adversidad.

A 44 años, la impunidad persiste. Nadie ha sido juzgado por su desaparición. Pero también persiste la memoria, la exigencia y la voz de quienes, como Berta, han dedicado su vida a buscar respuestas.

“El amor y la fuerza de mi exigencia fue consolidada por mi hijo. Me dije esto no es una tragedia, porque me dejó algo grandioso, un hijo”, expresó Oliva, quien ha convertido el dolor en fuerza organizativa, construyendo desde el COFADEH un legado que trasciende generaciones.

Los perpetradores han intentado imponer el silencio, borrar los rostros, las historias, los cumpleaños. Pero no lo han logrado. Cada año, cada aniversario, cada acción del COFADEH es un acto de resistencia frente al olvido.

“Ni olvido ni perdón”, reitera Oliva. “Nuestros detenidos desaparecidos tienen historia, tienen memoria, tienen familia que aún demanda y aún reclaman”.

Tomás Nativí Gálvez sigue presente en cada bandera que se alza por la justicia, en cada madre que no se rinde, en cada hijo que creció buscando verdad. Hoy, a 44 años, sigue siendo semilla de esperanza.