Educar con memoria: el colectivo Berta Oliva recorre el Museo Contra el Olvido

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Amateca, Francisco Morazán.-En el marco de la Semana Internacional del Detenido Desaparecido, el colectivo pedagógico Berta Oliva organizó una conmovedora visita al Museo Contra el Olvido, ubicado en el valle de Amateca.

El lugar, que por décadas fue conocido como “la casa del terror” debido a los crímenes cometidos allí durante los años 80 bajo la instalación de la Doctrina de Seguridad Nacional, se ha resignificado como un espacio de memoria, verdad y resistencia.

Además, durante la semana Internacional el museo contó con un sin número de visitas, entre ellos docentes, estudiantes y defensores de derechos humanos, y parte del gabinete del actual gobierno central de Honduras.

Este grupo de maestras, que integran dicho colectivo que lleva el nombre de la coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), llegaron de distintos puntos del país para recorrer las habitaciones donde alguna vez se cometieron crímenes de Estado.

Entre las voces que se alzaron durante la jornada, hubo dolor, reconocimiento y compromiso con la memoria histórica del país.

«Es impactante como ser humano», expresó Ana Flores, docente del Instituto Manuel Zelaya Rosales en Talanga, al salir del recorrido. “Recoger esta historia no es nada grato, pero debemos reconocerla y saber de ella. Lo que aconteció aquí nos pertenece como país. Somos parte de esa historia”.

Acompañadas por la presencia siempre firme y maternal de Berta Oliva, coordinadora general del COFADEH, las visitantes revivieron los ecos de una época donde el silencio fue impuesto a través del terror.

En los muros del museo se recogen testimonios, fotografías y evidencias de la represión sistemática que dejó cientos de desaparecidos.

Para Nubia Griselda Araujo, de la comunidad de San Antonio en Comayagua, la experiencia fue una forma de conectar con la historia que había escuchado en su juventud.

“Con la señora guapísima Berta Oliva volvimos a recordar todo lo que pasó. Es importante no olvidar.”

Algunas visitantes, como Samantha Andreaquez llegaron al lugar sin conocer del todo lo que significaba. “Viví mucho tiempo en Tegucigalpa y nunca supe lo que había pasado en los 80. Mi abuela salía corriendo a buscar a mis tíos cuando se los llevaban, pero yo era niña y no entendía. Ahora que conozco el contexto, me parece increíble que todavía no haya responsables”.

Rosa Amalia Urdiego, del colectivo pedagógico Berta Oliva en Guaimaca, compartió su emoción con nostalgia. “Yo ya estaba en la universidad cuando todo esto pasó. Gente que desapareció era cercana a mi familia. Visitar este museo es volver a esa época oscura. Me llenó de nostalgia, pero también de alegría poder compartir con Berta y mantener viva la memoria”.

Para Carlanino Zelaya, Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos del Centro de Honduras «COFAMICENH», este museo representa más que un sitio histórico, es un testimonio físico del dolor acumulado y una herramienta para exigir justicia. “He quedado impactada al saber cuánta sangre ha sido derramada. Aquí se refleja el sufrimiento de tantas familias que aún no tienen respuestas”.

En cada rincón del Museo Contra el Olvido, la memoria se resiste a desaparecer. Las huellas de quienes lucharon, de quienes fueron silenciados, persisten como lecciones vivas. Y en este encuentro intergeneracional de maestras, activistas e invitadas, quedó claro que la historia no puede quedar en el olvido, y que hay muchas más voces dispuestas a seguir contándola.