LA CANDIDATURA DE REINA RIVERA

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El Estado de Honduras hace cabildeo a favor de la abogada Reina Rivera Joya, quien presentó su candidatura el miércoles en Washington para ocupar uno de los 3 asientos disponibles en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la CIDH, dependiente de la Organización de Estados Americanos.

Ante la Comisión Permanente de la OEA, las 7 candidaturas de Perú, Colombia, Brasil, México, Bahamas, Estados Unidos y Honduras, presentaron sus perfiles profesionales y expusieron los argumentos por los cuales los Estados parte deberían considerar sus nombres para integrar la CIDH.

Para formar parte de esta dependencia colegiada de la OEA, conformada por 7 comisionados y comisionadas, se necesitan los votos de los Estados miembros de la Asamblea General, que se reunirá el 28 de junio próximo en Antigua y Barbuda.

Una persona que aspira a ser integrante de la Comisión para un período de cuatro años necesitará obtener un número de votos equivalente a la mayoría de los Estados Miembros. Actualmente, con 33 Estados Miembros, la mayoría está establecida en 18.

De manera que durante estas semanas no basta decir que apoyamos la excelente candidatura de Reina Rivera, necesitamos como Sociedad y Estado incidir los liderazgos políticos de los países que deciden con votos en la Asamblea.

A favor de la candidatura de Honduras juegan varios factores que nosotras, particularmente, hacemos nuestros. Uno, es el origen familiar de Reina, su trayectoria profesional de jueza a fiscal de derechos humanos, de gerente social en Ciprodeh a manager de cooperación internacional solidaria. Y otro, es su independencia moral no sujeta a iglesias fundamentalistas ni a sectas sociales dependientes de cooperaciones tóxicas.

No siempre hemos estado de acuerdo con sus posiciones políticas sobre la gestión del pasado, pero hemos convenido siempre que su compromiso con las víctimas es auténtico y que su voluntad es clara para cambiar las condiciones del aparato institucional que hagan posible la justicia.

Reina Rivera es hermana de Hilda y Suyapa, dos de los seis estudiantes que sufrieron desaparición, tortura e intento de ejecución en 1982 en Amarateca, guarida del batallón de la muerte 3-16, uno de cuyos miserables integrantes es pariente distante de las víctimas.

Ella también es sobreviviente de una época que subordinó el Derecho, la Constitución y las leyes al capricho atroz de una doctrina de seguridad nacional bajada de la Casa Blanca, el Pentágono y el Comando Sur, entre 1980 y 1998.

Durante la presentación de sus argumentos al cargo de comisionada de la CIDH ante la Comisión Permanente de la OEA, sesión pública que fue transmitida por el canal 8 de Honduras, el único medio que prestó atención a este hecho noticioso importante, Reina Rivera enumeró varios aspectos importantes del trabajo por hacer en esa dependencia.

La CIDH, que fue la única instancia superior que por ley se mantuvo vigente durante la expulsión del Estado de Honduras luego del golpe del 28 de junio, debe ser independiente de los presupuestos de Estados poderosos y de agencias cooperantes que tiran línea a favor de unos países y en contra de otros.

La abogada hondureña, apoyándose en los propios informes financieros de la Comisión, reveló que actualmente más del 51% de su presupuesto depende de actores financieros externos a la Comisión. Ella propuso una Mesa de Donantes para homogeneizar las prioridades y evitar las competencia desleales.

A esa realidad de dependencia financiera, la jurista hondureña agregó la enorme mora de respuesta que sacude a la Comisión Interamericana y puso como ejemplo el año 2024. De 4 mil solicitudes de actuación presentadas por personas, grupos y organizaciones del continente, sólo 26 pasaron al ámbito de la Corte Interamericana en San José buscando la justicia negada en sus países.

La consabida realidad del no seguimiento de las recomendaciones urgentes a los estados y, lo que es más importante, las medidas concretas de protección individuales o colectivas acordadas con las víctimas, que con frecuencia pierden su libertad y sus vidas durante el proceso, son talones de Aquiles en el presente de la CIDH.

Las emergencias sociales o políticas, que anticipan rupturas democráticas o violaciones masivas y sistemáticas de derechos, no cuentan en la Comisión Interamericana con un sistema propio de alerta temprana ni con una Relatoría que se anticipe a la escalada. Y que no hagan diferencias políticas entre unos Estados y otros.

Algunos de los demás postulantes al cargo señalaron con precisión la distancia entre los procedimientos técnicos y las valoraciones políticas de la Comisión Interamericana, que la volvieron en los últimos años una presencia arrogante, censuradora de los Estados, menos rápida en identificar las evidencias de las violaciones y muy veloz en escribir las conjeturas.

En la realidad, por lo anterior, hay Estados en América donde la CIDH es impedida de entrar como un actor acompañante o como un monitor creíble de la situación de los derechos humanos, está prohibida porque desde lejos se ven sus prejuicios o sus líneas políticas amarradas a su principal financiador.

Como escuchan, los postulantes tienen claras las limitaciones y los desafíos de la CIDH en un escenario social, económico y geopolítico cada vez más complejo en el continente de las Américas, pero este escenario administrativo, burocrático y de intervención también tiene sus propias complejidades.

En la correlación actual, el Caribe y Colombia ocupan la secretaría y la subsecretaría de la Asamblea General de la OEA, y Estados Unidos – uno de los fuertes financiadores y sede geográfica de la Organización – empuja su candidatura ligada a la diáspora de origen cubano que cuenta con un Departamento de Estado activo a favor del rencor antiCuba. Y eso no es una buena noticia.

Deseamos éxitos a la amiga Reina, a la colega y compañera Rivera Joya, defensora y promotora de derechos humanos, la acompañamos en esta postulación y felicitamos al Estado de Honduras por cabildear su candidatura en las Américas. Haremos nosotras nuestra parte. Sería una ganancia de objetividad y dignificación para la CIDH. Que así sea, buenas noches.