Con esas cuatro palabras cargadas de peso adicional en 2025, llegamos al plantón de este primer viernes de junio recordando que en 3 semanas es el 16 aniversario del golpe de Estado, un hecho que es obligatorio cultivar en la memoria colectiva, y decir que los militares llegaron esta semana por primera vez al Museo contra el Olvido.
El pasado miércoles 4 de junio ocurrió, en efecto, ese hecho sin precedentes en la vida del Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras. Llegaron a la antigua “Casa del Terror”, respetuosos, a la escucha y abiertos, miembros de la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas de Honduras.
Nuestra presencia aquí indica la voluntad de buscar la verdad, porque no podemos desconocer los hechos; eso sería mentir” precisó al entrar al lugar el general de brigada Hosvan René Barahona Alvarado, sub jefe del Estado Mayor de las FFAA.
En este lugar, ubicado sobre el borde del río del Hombre, al extremo occidental del valle de Amarateca, funcionó entre 1980 y 1988 una cárcel clandestina del Batallón de la Muerte 3-16, que aplicó la Doctrina de Seguridad Nacional consistente en el seguimiento, secuestro, ocultamiento, tortura, desaparición y asesinato de la disidencia social y política del país.
Barahona Alvarado llegó acompañado de dos generales y tres coroneles con altas responsabilidades en la institución armada manifestando una actitud de reconocimiento de la gravedad de los crímenes cometidos en este lugar hoy reconvertido en Museo contra el Olvido, para honrar la memoria de más de 600 personas que fueron ocultadas y flageladas aquí.
“Somos la misma institución de aquellos años cuando ocurrieron las atrocidades condenables por irrespetuosas de la ley y de la Constitución, pero hoy conformada por otras personas, por una nueva generación”, aclaró el general subrayando la voluntad de rectificación de la comandante general, la presidenta Xiomara Castro, actual ministra de defensa en funciones.
En una de las fotografías registradas por el equipo de comunicación del Comité y disponibles en nuestro sitio web se observan el dirigente social Carlos H Reyes y Bertha Oliva, coordinadora general, en un plano dialogante, explicativo y demandante. Se demanda a los uniformados acceso a los archivos militares, terminar el ocultamiento institucional, y colaboración con la justicia.
“Hemos sido dos sectores históricamente antagónicos; sin embargo, este encuentro en un antiguo escenario de horror marca probablemente un antes y un después en nuestras relaciones”, dijo Oliva en un apartado del recorrido guiado para la ilustración de los visitantes.
El Museo contra el Olvido se proyecta como un sitio de encuentro, reflexión, investigación, denuncia y curación, en el cual los militares podrán jugar un papel ideal de colaboración en la reconstrucción del relato con el cual se implicaron en una estrategia de muerte dirigida por la CIA y el Pentágono de Estados Unidos.
Bertha dijo sin rodeos que para muchas familias hondureñas los uniformes militares representan dolor e impunidad, pero su presencia en el Museo contra el Olvido es un acto que puede entenderse desde la necesidad colectiva de verdad, de justicia y de paz. “Nosotras hemos estado preparadas para este momento desde hace más de 40 años, no sabemos ellos,” expresó Oliva.
El primer militar que entró autorizado a un sitio ceremonial del Comité de víctimas fue el general argentino Martin Balza, quien llegó a Tegucigalpa para colaborar con las investigaciones abiertas por el Ministerio Público en base al informe “Los hechos hablan por sí mismos” de 1992.
Durante el recorrido en Amarateca, entre las paredes de la unidad básica de la vivienda donde hubo sangre, gritos, carroña humana y dolor indescriptible, el general Barahona Alvarado reconoció “con mucho pesar o mucha pena… es la primera vez que conozco este lugar”.
También fue su primera vez para el coronel de aviación Julio César Hernández Ugarte, el coronel de infantería Walter Danilo Hernández Carbajal (director de Historia Militar), el coronel de infantería Víctor Alonso Ponce (director del C2); el general de brigada Dagoberto Moncada Zelaya (inspector general) y el general de brigada Max Alonso Hernández, auditor jurídico.
“Durante mi juventud supe vagamente de este lugar, pero verlo hoy personalmente en un proceso de memoria histórica, nos compromete seriamente en el respeto de los derechos humanos”, subrayó el sub jefe del Estado Mayor, voz cantante durante el recorrido.
Para el Cofadeh esta visita ocurre en un momento de creciente demanda de las responsabilidades internacionales del Estado de Honduras en materia de derechos humanos a través de una ley que incluya verdad, justicia, memoria, reparación de los daños y garantías de no repetición de los hechos.
Ocurre, igualmente, a pocos días del 11 de junio, fecha del secuestro y desaparición de Tomás Nativí en 1981, quien estaría de cumpleaños justamente en esta fecha 6 de junio, y ocurre esa visita militar a 22 días del aniversario 16 del golpe de Estado el 28 de junio de 2009.
En ocasión de esos hechos, los jóvenes embajadores de la memoria, junto a las secretarías de educación, cultura, pueblos y patrimonios, derechos humanos y el Museo de la Memoria, realizarán actividades conmemorativas para mantener viva la llama del pasado, que equivale al fuego del futuro.
“Somos una nueva generación en las Fuerzas Armadas, y nuestra responsabilidad es no repetir los horrores del pasado”.
COFADEH , 6 de junio de 2025
“No tenemos prisa por olvidar”