41 AÑOS

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Antes de todo — sin música fúnebre por favor — esta noche abrazamos en solidaridad al círculo de familiares y amistades, de fieles, seguidores y a la comunidad de IHNESCO en el occidente de Honduras, por el viaje eterno del compañero líder regional Fausto Milla.

Originario de Guarita, Lempira, el hermano Fausto encarnó el Cristo de la vida, el de las personas empobrecidas, el Evangelio de la liberación, y con esa fuerza denunció a los ejércitos de Honduras y El Salvador, responsables de la masacre de más de mil refugiados sobre el río Sumpul en mayo de 1980.

Formado en el servicio al prójimo, a las personas excluidas del poder, Fausto Milla fue perseguido a muerte y obligado a exiliarse en México donde profundizó sus prácticas en medicina y nutrición tradicionales, así como en las técnicas de la educación popular.

De mirada profunda hacia el iris de los ojos, donde se reflejan los principales males del cuerpo humano, el cura revolucionario de Occidente cambió los indicadores sanitarios de toda la región, que ha sido víctima del abandono conveniente de liberuchos y cachurecos por siglos.

Fausto fue piedra de toque en su propia iglesia, sin detenerse en el peso de sus limosnas denunció siempre la depredación forestal provocada por los fieles Regalado Hernández, la represión de los García Merino y Flores Lima que disparaban en nombre de Dios, y no se escondió nunca para responsabilizar a la cervecería hondureña por los efectos nefastos sobre la población diabética de Honduras, que ocupa los hospitales públicos por millares.

De ese cura Milla conservaremos su permanente presencia al lado de las madres, las hijas y las viudas de las personas desaparecidas buscando justicia, y su participación activa en las movilizaciones de la resistencia al golpe y al golpismo desde 2009 hasta nuestros días.

Fue en los últimos 14 años probablemente el hondureño que más trabajó contenidos pro constituyentes, en su idea profunda de señalar a Honduras su ruta inevitable hacia un cambio serio de la estructura del poder oligárquico actual. Un nuevo Contrato Social que deje atrás este desequilibrio de élites que destruyeron los consensos de 1981.

Coincidiendo con la partida del gran Fausto Milla, el próximo jueves 30 de noviembre se conmemora el aniversario 41 de la única organización de víctimas de la doctrina de seguridad nacional que se sostiene en pie en este país de las violencias tuteladas.

De cualquier modo y de todos los modos, el Cofadeh ha sobrevivido a los días malos de la represión, de la persecución económica, de la desvalorización y de las conspiraciones.

Todavía en 2023 el contexto es incierto para las víctimas que no perdonan esa organización criminal que integraron liberales, nacionalistas, empresarios, chafas, policías y agentes extranjeros, bendecidos por cristianos en 1980.

La APROH fue la tapadera financiera organizada por la CIA para cubrir el proyecto de muerte que antecedió la ocupación militar de Honduras, que agredió a Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que provocaron esa masacre de La Arada y el Sumpul.

Con otro nombre, ese proyecto sigue agazapado, esperando un Milei o un loco tonto que utilice generales robacarros y asesores del 3-16, para revivir una alianza republicana de antiguos asesores de Mosad y agentes de la gusanera, con el fin de desandar el camino recorrido. Con la intención de revivir sus horrores. Atención a eso.

En 41 años, a este Comité le ha tocado pasar de la búsqueda con vida de seres queridos al desentierro de osamentas; de la exigencia de investigación a la exigencia de justicia; de la demanda de reparación y no repetición al mandato de preservación de la Memoria Histórica.

Cada una de esas fases ha dejado huellas en las vidas de al menos tres generaciones descendientes de la desaparición forzada. Madres y abuelas han muerto caminando, exigiendo. Hijas e hijos de la tragedia se han multiplicado y sus descendientes van ahí, también exigiendo al Estado su deuda no saldada, la curación de las heridas siempre abiertas.

En los años transcurridos, los liberuchos Suazo Córdova y José Azcona fueron de ingrata recordación para esta organización. Pobres monigotes de la política exterior del Pentágono que enfrentaron a las víctimas enviándolas a Cuba y a Nicaragua a preguntar por sus seres queridos. Esos ningunearon el sufrimiento para proteger al Papi Raymond, al siniestro Negroponte y su jauría de matones del batallón de la muerte legalizado por la embajada de Estados Unidos en 1983.

Entre 1987 y 1988, forzados por las revelaciones de las víctimas sobrevivientes, los agentes del Estado tuvieron que comparecer ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Para entonces, la sentencia condenatoria sirvió a los medios de Ferrari, Villeda Toledo y de los Canahuati-Larach para culpabilizar a las víctimas y denigrar a sus dolientes. Eso no se olvida.

Entre 1990 y 1994 fue Callejas quien intentó desde el poder legislar contra el olvido, declarando una amnistía sin condiciones para los criminales simulando que abría también las puertas de regreso a exiliados políticos, muchos de los cuales fueron asesinados al ingresar al país. El caso de Juan Humberto Sánchez fue emblemático, en 1993.

Callejas había sido líder de la APROH, por tanto, no gozó nunca de la confianza de la organización de víctimas de ese grupo privado de oligarcas que se unió para financiar a los militares asesinos de los años ochenta, así como se unió el CEAL en 2009 para darle golpe al pueblo de Honduras financiando al goriletti y su general robacarros.

En 1995 fue don Beto Reina quien asumió la dirección del Estado entre burlas, conspiraciones y esperanzas, y con él se dieron los primeros pasos del Ministerio Público para desenterrar algunos de los cementerios clandestinos de Honduras.

Con el “gallo colorado”, amigo sincero de nuestra lucha, encaramos a los Salazar, a los Joyas y a otros sátrapas que tuvieron que abandonar su cueva en Nueva York y Ottawa donde se habían refugiado bajo la sombra de las consejerías pagadas por la cancillería.

Con Maduro y Flores Facussé, entre 1998 y 2005, se retrocedió a las conspiraciones separatistas estimuladas desde el Ejecutivo. El Cofadeh apoyó la reforma policial con Cosenza y sus amigos académicos, pero se enfrentó a los jueces miserables que cambiaron los tipos penales al arrancador de uñas, que salió huyendo de España donde se refugiaba.

En el período de Maduro esta organización de víctimas aceptó participar en el proceso del Libro Blanco de los militares hondureños con la mediación de la oficina local de la ONU, que buscaba sentar las bases para un acto público de perdón por parte de los militares y un programa de reparación oficial para las víctimas. Pero aquel proceso fue abortado por los de siempre.

Del mandato del ex ministro de la presidencia de Rosuco, que gobernó el huracán Mitch, no recordamos un acto de cortesía siquiera con las madres víctimas de la desaparición provocada por sus amigos militares y sus amigos agentes extranjeros. Al contrario, no olvidamos que usó testaferros para dividir nuestra lucha. Se intentó seducir para dispersar.

En 2005 con Manuel Zelaya en la presidencia retomamos el desafío de la no repetición de los hechos con un programa de reparación y memoria, pero un plan siniestro de la oligarquía interrumpió el proceso con una campaña mediática de odio y un golpe de Estado perverso y sanguinario.

Después de 14 años de dictadura golpista, narca y corrupta, no se podía esperar como organización ninguna concesión del Estado. Pero el Cofadeh continuó, muy a pesar de las bombas de gas, la persecución y la censura total en el sistema de comunicación tradicional.

En silencio, paso a paso, el Comité continuó construyendo físicamente un Hogar contra el Olvido, una Ruta simbólica de Memoria, una propuesta de ley integral de reparación, un Museo Nacional de Memoria post golpe y un Museo Nacional contra el Olvido.

Con Xiomara se puede hacer más de lo que se ha hecho en los largos años de soledad, pero se necesita acelerar el paso junto al pueblo. Y si el consenso se rompe definitivamente en el Congreso Nacional donde pululan los siniestros, debemos esperar los días duros cuando el pueblo organizado deberá tensar otra vez la cuerda a la oligarquía, para rehacer un Contrato fuerte y claro.

Esta noche, de momento, saludamos en la víspera al Cofadeh por sus 41 años que se cumplen el jueves de la próxima semana, 30 de noviembre. Adelante, adelante, que la lucha es constante. Como decía el Ché a su tropa y como repetía Fausto Milla a sus 96 años: si avanzo, síganme; si me detengo, empújenme; si me reculo, apártenme…

Buenas noches

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 25 de noviembre de 2023