A LA MEMORIA DEL MARTIRIO

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El Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, Cofadeh, saluda el 2022 en la Plaza de los pañuelos blancos con su consigna de siempre: ni olvido ni perdón, sin verdad ni justicia no existe ninguna reconciliación posible.

En estos días de cambio, aquella consigna de 1982 aplicable a los asesinos responsables de las desapariciones forzadas de más de 200 seres humanos, sigue vigente contra el rosuquismo, alvarismo-florismo, la ocupación gringa del territorio y la dictadura nacional-liberal del presente.

Al amparo de esa impunidad institucional construida por rojos y azules, los pastores evangélicos, que han bendecido las actividades del narcotráfico, la corrupción y el lavado de activos de la dictadura, haciendo que su dios se equivoque de predicciones, están hoy clamando un nuevo gobierno de perdón y de reconciliación.

En 1990, Rafael Callejas imponía el neoliberalismo rapaz, daba amnistía a los militares asesinos de 1980 y clamaba por el fin de las noches terribles de las desapariciones forzadas, pero dejaba intactos a todos sus amigos criminales de la Asociación para el Progreso de Honduras (APROH), que reunía liberales, cachurecos, militares, policías, empresarios y religiosos de toda laya.

En 1998, el ex secretario privado de Rosuco y ayudante de Álvarez Martínez, impuso como presidente la línea mediática del olvido con una “nueva agenda” vacía, que ignoraba las responsabilidades del Estado de investigar, castigar y reparar, que fueron impuestas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al vencer al Estado en el juicio histórico de 1987 por despedazar la vida de los desaparecidos Manfredo Veláquez y Saúl Godínez.

En todos los años posteriores, los gobiernos compartidos de cachurecos y liberales intentaron persuadir a la sociedad hondureña sobre la necesidad de cerrar esas heridas, de olvidar el pasado y de perdonar las torturas, las desapariciones y los asesinatos políticos, pero sin decir jamás la verdad sobre las atrocidades cometidas ni castigar a los culpables. Miserables!

De nuevo, tras 12 años de dictadura militar-cachureca-liberal-religiosa, fiel a la dinámica narcotraficante impuesta por Estados Unidos, los pastores que han lavado dinero ensangrentado de ese crimen organizado, nos piden olvidar el pasado y desatar el perdón a fin de reconciliar la casa dividida.

Todos esos pastores del dinero mal habido, que gritan por el perdón de sus propios pecados, no tienen en mente las violaciones sexuales, las torturas atroces ni las persecuciones a muerte ni los asesinatos de centenares de personas opuestas a la dictadura desde 2009 cuyos deudos claman justicia y reparación. Sólo piensan en ser perdonados por sus tratos con los ladrones y los traficantes. Y en ese propósito «Su Eminencia» se suma.

La sociedad hondureña debe callarles la boca sucia a este tipo de manipuladores religiosos y debe someterlos a investigación criminal para recuperar los bienes lavados y cobrar impuestos a sus negocios de manipulación pública.

No hay siquiera un asomo de venganza en este clamor popular, lo que existe es una sed de justicia que compartimos como organización de víctimas de esta misma manipulación histórica recurrente en la política hondureña.

Por todo ello, este 27 de enero de 2022 tenemos la responsabilidad de colocar en el centro de la transmisión de mando de Xiomara Castro la fuerza profunda de la memoria del martirio de mujeres y hombres que ofrendaron sus vidas para abrir esta ventana al cambio que reclama Honduras. La sangre del martirio debe ser efectivamente semilla de libertad.

No podremos avanzar jamás hacia el futuro si seguimos haciendo eco a voces culpables que esconden con impunidad sus crímenes, que usan a un dios extraño para espiar sus corruptelas, y que meten en la tierra lodosa sus cabezas de avestruces feroces.

De los hechos y de los hechores Ni olvido ni perdón

Tegucigalpa, 7 de enero 2022