BIENVENIDA LA ONU SIN TEMORES NI CÁLCULOS DIPLOMÁTICOS

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Hoy es 7, el primer viernes del mes de julio de 2023. Para el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras es día de infaltable presencia en la Plaza de los Pañuelos Blancos, día de Memoria y exigencia de verdad, con justicia y reparación.
Estamos en el centro histórico de Tegucigalpa para expresar nuestra voz de víctimas del Estado de Honduras y de los Estados Unidos.

Estamos aquí para refutar en primer lugar una línea inductiva de sectores de crítica obtusa que buscan hacer fracasar el presente gobierno de transición antes de la mitad de su período, sin comprender que ello representaría el fracaso de la sociedad hondureña.

En ese proyecto coinciden lentamente camisetas blancas y chafas golpistas, gente de derecha fascista, intelectuales progres, organizaciones del holding maldito y gente sin visión ni ambición democrática.

Esa línea esencialmente ególatra intenta clasificar los actores sociales y políticas en una u otra esquina del cuadrilátero, para hacer “bullying” político a unos — precarizando su seguridad e integridad física–, y dar reconocimiento a otros, los adeptos.

De entrada, nosotras no podemos ser definidas como pro ni anti gubernamentales, porque somos una organización de lucha por la justicia, la verdad, la no repetición de los hechos y la reparación de las víctimas del Estado. Si en ese objetivo coincidimos con autoridades del gobierno, trabajamos juntos.

Para explicarlo mejor, eso que tuvo Honduras entre junio 2009 y enero 2022 no fue un gobierno sino una dictadura de narcotraficantes corruptos entregando el país a piratas extranjeros en complicidad con grupos bastardos locales sin identidad nacional. Eso no era reconocible ni tratable. Tuvo siempre nuestro rechazo y cuestionamiento, aunque ello significó la persecución económica, la criminalización y el peligro permanentes.

Es probable que la gente sesuda que induce ahora la línea maniqueísta de buenos y malos fueron ellos mismos testaferros convenientes de aquel régimen que es juzgado en Nueva York. Y pretenden ahora ponernos de espaldas al esfuerzo actual de recuperar el Estado de Derecho.

Nosotras, como expresamos el fin de semana anterior, no estamos de acuerdo por ejemplo con ese método escandaloso y exhibicionista de intervención militar en los centros penales, que muestra a personas en posición humillante y armas de guerra sin procedencia ni propiedad. Nos parece una búsqueda hambrienta de notoriedad innecesaria, y riesgosa en términos de respeto de los derechos humanos. Y esta posición no nos convierte en anti, porque confiamos que la Presidenta Castro está al mando esta vez.

La idea de una cárcel lejana en la inmensidad atlántica, inaccesible, segura, desconectada de los cabecillas del crimen con sus proveedores de tierra firme, es una buena idea de control del gobierno paralelo construido hasta ahora en complicidad con policías y civiles corruptos.

Pero esa idea de la distancia sin control tampoco debe alimentar ni el sentimiento macabro de matar seres incorregibles para lanzarlos a los tiburones del mar ni la discrecionalidad omnipotente de trocadores, tramitadores corruptos y comerciantes que hacen movida con las cárceles aún en el inmenso mar. El Estado no puede ser un terrorista con ventajas y debe impedir esos riesgos.

El hambre de seguridad que tenemos como sociedad debe ser saciada con medidas inteligentes y, principalmente, surgidas de la comunidad, de sus organizaciones y liderazgos. No imitar ni volver al pasado.

La reducción histórica de los homicidios por cada 100 mil habitantes debe ser un anuncio grandilocuente que inspire más participación, más movilización local y democracia ciudadana, pero no un aviso a los violentos para cambiar la estadística por la fuerza y mucho menos un pretexto oficial para extender en modo indefinido estados de excepción que devuelven protagonismo permisivo a los militares.

Toda acción planificada en el marco del Derecho, ejecutada en orden y respeto de las garantías individuales, enfocada en resultados concretos para la colectividad y con transparencia de cara a la población, es plausible. Tiene nuestro apoyo, pero siempre en sujeción constitucional al poder civil.

En todo tiempo es positiva la afirmación del rol del Estado como depositario del monopolio de la fuerza y tutor de los derechos fundamentales de las personas, pero en ningún tiempo eso debe hacerse sin democracia y sin Derecho, y mucho menos debe hacerse con prensa zalamera o amarilla estimulante de más violencia. Evitar ese riesgo es fundamental.

Necesitamos una policía honesta y transparente; una instancia de investigación criminal con rigor científico y ético, sujeta a la autoridad, y sobre todo una Corte y una fiscalía general fuertes, que representen los intereses de la sociedad y no a los dueños de los partidos políticos que les nombran. La ley del Ministerio Público, o es reformada para evitar la concentración del poder en dos personas de lealtad ajena, o devuelve vida efectiva al mecanismo de control ciudadano establecido en la versión constitutiva de 1994. O ambas, mejor.

En medio de estos dilemas celebramos el arribo al país de la comisión de expertos de las Naciones Unidas para sentar las bases de la CICIH, que tanto reclama el pueblo hondureño para enfrentar sin dilación las redes, las estructuras y las dinámicas del crimen organizado incrustado en las iglesias, partidos políticos, gremios empresariales, instituciones internacionales y organizaciones civiles locales.

La imposibilidad de investigar, acusar y juzgar ejemplarmente con los instrumentos nacionales debe terminar.

El mensaje esperado de la ONU en ese escenario debe lanzarnos hacia adelante contra la corrupción y la impunidad, con lo que tenemos. Sin temor político ni cálculos diplomáticos, pues el pueblo y el Ejecutivo tenemos la voluntad clara y el consenso suficiente para acompañar la acción.

Si el Partido Liberal, Nacional y Salvador de Honduras insisten en continuar coludidos para impedir las reformas habilitantes de la CICIH se quedarán atrás, y eso lo juzgará la Nación en su momento debido.

De los hechos y de los hechores, ni olvido ni perdón
COFADEH

Tegucigalpa, M.D.C, viernes 7 de julio de 2023