EL Caso Keyla, la Policía y el Estado

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Pero antes algunas preguntas obligadas…

¿Hay un golpe de Estado en preparación para el momento de elegir la nueva Corte Suprema de Justicia, que los delincuentes organizados quieren a su servicio?

¿Es que una nueva ruptura constitucional con un científico loco a la cabeza sería la forma que Estados Unidos quiere utilizar para llenar su país de migrantes decepcionados de Honduras?

¿Es el odio hacia Manuel Zelaya y su familia desde los bancos, comerciantes agiotistas y medios tradicionales, capaz de conducir a una acción extrema, o es la gota desesperada que falta para la verdadera insurrección del empobrecido pueblo hondureño?

¿Es posible que la embajada de Estados Unidos esté interesada en botar el gobierno popular de Xiomara Castro en venganza por su discurso en la ONU y por abstenerse de condenar a Rusia?

¿Es solamente su desesperación por romper el Quórum del Congreso Nacional, arrastrar diputados del Salvador de Honduras y dejar solo a Luis Redondo, la motivación del Partido Nacional, o se trata de una estrategia del crimen organizado para revolver las aguas a los pescadores?

¿Si las señales son evidentes, vamos a quedarnos esperando el porrazo o vamos a cargar como pueblo las ratoneras con queso para que el científico y su gente queden al menos con la cola prensada?

En la avenida los Próceres, las twitteras políticas extrañamente han dado paso al cáncer de mamas, a la trata de personas en Roatán, a las campañas contra el trabajo infantil y a los operativos de entrega de comida y medicinas a las personas damnificadas a través de la USAID.

Han quedado atrás los ataques a la política energética, a la supresión de las Zedes y al proceso de selección de magistrados a la Corte Suprema, para darle paso a una promoción a veces vulgar del científico hondureño formado en la Universidad de Pinochet en Santiago, y otras acciones han pasado directamente a Washington.

En general, el Twitter de la embajada estadounidense en Tegucigalpa ha bajado su tono, para permitir que suba el tono de la jauría local que integran el Cohep, el cartel de obispos, los pastores mágicos, los banqueros intervenidos y la vieja prensa, la que no puede vivir sin dictadura.

Como siguiendo un guión preestablecido, los conspiradores van actuando en forma escalonada y compartimentada. Unos de los últimos en saltar al escenario público esta semana fueron los comerciantes subiendo precios a la comida a pesar de los bajos precios de la gasolina y luego los obispos católicos, con el mismo cardenal golpista de 2009 a la cabeza.

El discurso del cartel de las sotanas prepara el camino a las hordas de Miami y Washington atacando la legitimidad de la junta directiva del Congreso Nacional que preside Luis Redondo, y pidiendo a la Corte del golpismo que decida esa situación. En la experiencia hondureña este discurso cristianoide prepara las condiciones para desatar la jauría internacional de los senadores gusanos y los medios del crimen organizado internacional. Es como una especie de bendición la que esperan para ladrar.

“Las élites siempre están buscando aliados y voceros para atacar a Xiomara Castro en defensa de sus intereses económicos” escribió Manuel Zelaya sobre su cuenta de twitter. El esposo de la presidenta ha estado en el centro de múltiples cuestionamientos públicos por considerarlo el poder detrás de las enaguas, lo que constituye un insulto a la mujer presidenta más votada de la historia republicana de Honduras.

Mientras los actores de la conspiración se mueven, el gobierno también lo hace para hacerles frente.

Entre las primeras medidas tomadas sobresalen la integración de un equipo de monitoreo de medios impresos, sonoros y digitales, con el fin de precisar la matriz de sus narrativas e identificar los meta-mensajes que esconden los códigos de la conspiración.

También el partido Libre ha realizado esta semana una reunión de acceso restringido con las diputadas y los diputados de su bancada en el poder legislativo, y con un grupo de diputados del partido Salvador de Honduras, a fin de celebrar el primer año de la firma del acuerdo de alianza que expulsó al Cartel Hernández del poder. La presidenta Xiomara Castro participó en esos encuentros.

La mandataria, además, viajará al Vaticano el próximo jueves para reunirse con el Papa Francisco, a quien denunciará las actividades disociadoras del cardenal del Mitch, Oscar Andrés Rodríguez, quien se comporta como un activista del Partido Nacional desde los púlpitos católicos, y como un obediente servidor del ex presidente liberal que organizó el golpe de 2009 junto al Comando Sur de los Estados Unidos.

Además de alertar a las bases de Libre y de los movimientos sociales de esta supuesta conspiración de las estructuras cocaineras que dejó instaladas en el país el prisionero de la cárcel correccional de Nueva York, el gobierno parecería dispuesto a profundizar su política exterior de respeto a la autodeterminación y el diálogo con todos.

Esta semana en Washington no se sumó a los viejos intentos de Almagro de intervenir a Nicaragua y se abstuvo de condenar en la ONU la anexión de territorios ex ucranianos a la federación Rusa.

Regresando a nuestro patio, nos parece oportuno que el país reflexione en calma lo que más conviene a nosotros sus habitantes. Que la elección de la nueva Corte Suprema en enero 2023, la instalación de la comisión contra la impunidad en abril y el nombramiento de un nuevo fiscal general no sean razones para una nueva crisis política provocada por el crimen organizado.

Honduras no puede soportar sin consecuencias graves una continuación por la fuerza de los grupos criminales que provocan migraciones, que destruyen el medio ambiente y roban las riquezas nacionales. Sería una nueva calamidad general.

Que nadie se equivoque. La suma de un golpe, de dos fraudes electorales avalados por Washington y Europa, y una dictadura de narcóticos que corrompió las élites y empobreció al pueblo, son fermentos suficientes para una rebelión general de la gente. Si estas elites quieren jugar con fuego pueden quemarse. Y sus incitadores externos y sus parlantes locales bien identificados, igualmente.

EL Caso Keyla, la Policía y el Estado. Ese era nuestro tema el viernes en rueda de prensa y que dejamos para este momento final sólo para pedirle al Estado de Honduras un comportamiento ajustado a Derecho, que permita el juzgamiento del crimen de Keyla como corresponde, sin prejuicios y sin el “espíritu de cuerpo” de la Policía Nacional. La familia Martínez y la comunidad jurídica latinoamericana piden que se castigue a la unidad 10 de la Policía en La Esperanza por el crimen de femicidio agravado en contra de esta joven estudiante la madrugada  del 7 de febrero de 2021.

No fue un suicidio ni un homicidio simple. Fue un femicidio agravado por la participación consciente, planificada y concertada del agente Jarol Rolando Perdomo y su cadena de mando, que hoy se defiende con abogados y médicos pagados por Mateo en nombre de la secretaría de seguridad.

No es admisible la conspiración para socavar el gobierno popular de Xiomara Castro por los mismos ladrones amamantados por la dictadura y no es admisible ningún espíritu de cuerpo de la policía nacional para proteger femicidas. La paz de este pueblo vale oro. Se construye con justicia. Buenas noches.

Editorial Voces contra El Olvido sábado 15 de octubre de 2022