EL JUICIO ES TAMBIÉN CONTRA ESTADOS UNIDOS

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El golpe de Estado de 2009 no era parte del juicio a Juan Orlando Hernández en Nueva York, ni la venta del país a los filibusteros en 2012, tampoco el fraude de 2013, o la reelección ilegal de 2017.

El gobierno de Estados Unidos eligió solamente una de sus propias conspiraciones, utilizando al muchacho arisco, el actor ambicioso, manipulador y sin escrúpulos.

Pero Honduras no se traga las culebras así no más. El país ha estado bien atento al papelito de la DEA, la CIA, el FBI, la Casa Blanca, el Pentágono y el Comando Sur.

Todos esos operadores del capitalismo imperial deben saber que en Honduras no todos valemos el precio de una mula o el sabor de una carne asada con cerveza.

Por eso diversos sectores organizados hemos sugerido en las últimas tres semanas que en este juego de poder hegemónico no vengan a presentarse como paladines de la justicia, salvadores de la democracia y jueces universales de los Estados.

Por ejemplo, la compañía de Jesús a través de Radio Progreso ha insistido en La Palabra que Juan Orlando Hernández representa un modelo de impunidad sostenido por poderes que deben ser juzgados. Esos poderes, como ha dicho el Cofadeh, son la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos.

Esos tres poderes hegemónicos, como bien lo resumió el parlamentario europeo Leo Gabriel, en 2013, después de las elecciones tramposas de ese año, prefieren una dictadura del crimen organizado y no un gobierno de transición liderado por la resistencia nacional.

La ex fiscal especial del Ministerio Público, Reina Rivera Joya, ha expresado al respecto en su muro de Facebook que Estados Unidos pudo detener a JÓ en 2017, pero respaldaron su reelección ilegal.

Fueron cuatro años más – dice Reina — apoyando los intereses de Washington en este patio de atrás, mientras el pueblo sufría el saqueo del seguro social, de los hospitales móviles y una lista enorme de atracos al presupuesto nacional.

Aquellos acontecimientos, recuerda la abogada Rivera Joya, dejaron más de 30 víctimas asesinadas y muchos otros crímenes contra el pueblo.

En la médula de su posicionamiento, la ex fiscal hondureña afirma que Estados Unidos creó el monstruo y ahora se pavonean como paladines de la justicia en el planeta, sacrificándole.

“No sé porque hay gente que alaba su justicia, porque no están imputando los crímenes del fraude electoral, ni de la corrupción, ni de nuestros muertos”, protesta la defensora. Estados Unidos protegió a JÓ, lo impulsaron, lo derribaron y se lo llevaron.

En Nueva York, Estados Unidos juzga a su delfín con reglas muy dudosas desde la perspectiva de los derechos humanos, denuncia Reina Rivera, con la misión de enviar mensajes a quienes dirigen actualmente el Estado de Honduras.

En esta misma línea de pensamiento se ha pronunciado el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia en una carta abierta dirigida a la embajadora Laura Dogu, a quien exigen que pida perdón a la sociedad hondureña y busque otra manera de relacionarse con nuestra sociedad.

El Movimiento Amplio responsabiliza al gobierno de Estados Unidos por el negocio del narcotráfico en Honduras y la destrucción de sus instituciones públicas, señalando directamente a la embajada de la Casa Blanca en Tegucigalpa como implicada de forma clara e ineludible.

Tutelado por diversas agencias estadounidenses, el narcotráfico inundó la economía hondureña, concesionó el territorio a los carteles, clanes y testaferros, y lo peor dice este movimiento por la dignidad y la justicia, ese negocio financió la violencia contra las personas defensoras de los derechos colectivos.

En su afán de presentarse al mundo como justicieros, actores morales universales, ustedes — señora embajadora – validaron la reelección ilegal e inconstitucional de JÓ, y han mantenido la policía y el ejército como encargados logísticos de los capos de la droga.

El grupo criminal de JÓ, con su respaldo directo, impuso un estilo de hacer política, una dinámica particular de “hacer negocios”, que permanece inalterable todavía hoy.

Estados Unidos puede decir que triunfó su justicia, porque investigó durante 20 años hasta capturar, extraditar y culpabilizar a su peón, pero todo eso a costa del hundimiento de Honduras, y puesto así, eso no es justicia.

Sigue esta carta del Movimiento Amplio a la intervencionista embajadora Dogu, lanzándole en su cara el Golpe de Estado de 2009, el evento más destructivo para la institucionalidad hondureña en los últimos tiempos.

Ustedes aplaudieron las “elecciones” del 2009, que colocaron fraudulentamente a Pepe Lobo, también ligado al narcotráfico y a la corrupción, e impusieron a JÓ como presidente del Congreso Nacional.

Ustedes estuvieron en los fraudes de 2013 y 2017, y ustedes sostuvieron ese gobierno otorgándole fuerza y violencia con militares y policías que cargaron contra el pueblo protestante. Policías y militares “formados” por sus agencias de cooperación, que asesinaron a muchos de nuestros compañeros y compañeras.

Señora Embajadora, esos mismos policías y militares que asesinaron a nuestra gente, son los mismos que sirvieron de socios del narcotráfico de JÓ, los mismos que fueron adiestrados en sus escuelas de formación militar y considerados honestos por la depuración que su embajada apoyó.

Entonces, el movimiento por la dignidad y la justicia, se pregunta ¿Qué posibilidad real tenemos de transformar esta nuestra Honduras si ustedes siguen financiando a militares y policías que sofocan con violencia los procesos para adecentar el manejo público?

Usted embajadora Laura Dogu, como representante política de Estados Unidos, debería asumir la responsabilidad de su gobierno, abstenerse de continuar con esa misma “cooperación diplomática” que les permite respaldar a cualquier criminal que sostenga su proyecto capitalista en Honduras.

Señora Embajadora, su gobierno debe pedir perdón a las miles de víctimas de los políticos, policías y militares amaestrados y respaldados por ustedes, y no presentarse como salvadores de nuestros pueblos y nuestras democracias…

Esta carta pública, que hacemos nuestra, concluye con un llamado al pueblo a no dar créditos a la justicia de Estados Unidos por condenar a un hombre destructor de Honduras junto a sus compinches. Concluye con un llamado de amor a nuestra Patria, nuestra Matria. Que así sea. Buenas noches.