LA PAZ CONTRA LA GUERRA

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Antes de continuar esta noche, queremos decirles que estamos pendientes de la guerra penal que impulsan el Consejo de la Empresa Privada con sus mineros y represadores, en complicidad con el Ministerio Público, que a su vez ha sido privatizado junto al Poder Judicial, y las fuerzas represivas de la dictadura. Todos están contra los 23 líderes comunitarios de Guapinol en los tribunales de La Ceiba y de Tegucigalpa.

Pero no estamos solamente frente a un proceso criminal de los jueces sin rostro, estamos frente a una guerra de la dictadura narco corrupta contra la resistencia ciudadana en todo el país. Después de haber organizado el asesinato físico de Berta Cácares en 2016, luego de instalar la impostura reeleccionista en 2017, ahora van a encarcelar al liderazgo comunitario que detiene sus proyectos de muerte.

Es una guerra que tendrá sus propias consecuencias a nivel interno, sin duda. Pero hoy precisamente el mundo ha estado pendiente todo el día, con los ojos bien abiertos, sobre Venezuela, Cuba y Nicaragua, que están bajo amenazas a muerte de Estados Unidos.

El imperio armado dirige el golpe de Estado, dirige el terrorismo con Uribe, Duque y Piñera, dirige las armas hacia un pueblo que decidió autodeterminarse hace más de 20 años.

El imperio también amenaza a Cuba, que ha vencido el embargo desde 1963, y contra Nicaragua que derrotó con Sandino al filibusterismo y a la dictadura militar de Somoza, aliados eternos del saqueo.

Es el momento de América Latina frente a los sedientos de sangre, los invasores de América. No podemos ser indiferentes. Defender a Venezuela, Cuba y Nicaragua es defendernos a nosotros mismos, a nosotras mismas. No hay otra forma posible de concebir este momento.

En consecuencia, esta noche compartimos la esencia del llamado a la paz que ha lanzado en las últimas horas la Convergencia Contra el Continuismo, que recoge en un breve pronunciamiento el profundo pensar y sentir de decenas de organizaciones hondureñas.

La Convergencia rechaza cualquier justificación para la intervención militar de los Estados Unidos en la república bolivariana de Venezuela, con el propósito de apropiarse sus riquezas naturales.

La violación del derecho internacional y el principio de autodeterminación de los pueblos no es admisible bajo ningún pretexto de ayuda humanitaria, concierto de paz, caravanas de presidentes súbditos ni de falsos positivos.

Honduras ya fue testigo y víctima de una situación similar. Elliot Abrans, John Bolton y John Negroponte en 1980 predicaban la paz, mientras lanzaban armas a sus grupos mercenarios en Olancho, El Paraíso, Choluteca, Copán, Lempira e Intibucá. Los conocemos. Esos criminales nos involucraron en una operación armada contra Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Así como hacen en este momento desde Colombia.

En aquellos años Edgardo Paz Barnica y el difunto ROSUCO se atrevían a repetir como estúpidos que Honduras era un “oásis de paz”, mientras los marines y militares corruptos desaparecían a los mejores hombres y mujeres de la resistencia nacional, asesinaban a los revolucionarios centroamericanos y sembraban con minas las fronteras.

Hoy, 38 años después, Honduras está de nuevo expuesto en la línea de los daños colaterales por decisión del Comando Sur, que vino a Tegucigalpa a poner en línea a sus peones de la dictadura de Hernández ante un nuevo ataque contra Nicaragua y Cuba.

Es una irresponsabilidad que condenamos, que nos expone a riesgos innecesarios, por cuanto, aparte del apoyo político y diplomático a la agresión, la utilización de la base militar de Palmerola, nos compromete aún más a consecuencias impredecibles.

Es decir, si en las próximas horas o días los sicarios de la guerra se lanzan contra el oro del pueblo venezolano y sus aliados, el conflicto se extenderá lejos de los límites de esas naciones agredidas; casi inevitablemente el territorio de los estados comprometidos directamente en la agresión, serán blanco de la guerra global.

Bien lo dice la Convergencia contra el Continuismo. Está en el interés de la nación y del pueblo hondureño impedir que la muerte y la desolación que conlleva la agresión contra el pueblo venezolano, eventualmente contra Nicaragua y Cuba, destruya la paz que estos países necesitan para resolver sus problemas.

Los Estados Unidos han sembrado de guerras el mundo las que no han tenido otros resultados más que la destrucción de pueblos y culturas, sin resolver ninguno de los supuestos problemas que han pretendido solucionar por medio de la violencia.

En defensa de la paz y la autodeterminación de los pueblos condenamos y rechazamos con toda energía la intervención norteamericana en Venezuela, Cuba y Nicaragua, y nos solidarizamos con los pueblos en la defensa de su soberanía, de su libertad y de la vida.

Detengamos la guerra, defendamos la paz, elevemos nuestra voz de protesta cuando aún es tiempo de evitarla para que nuestra América, la América de Bolívar, de Martí y de Morazán, sea realmente una región de paz.

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 23 de febrero 2019